Desde pequeños siempre nos han contado historias de amor. Esas típicas historias de princesas que se enamoraban de príncipes perfectos y que siempre tenían un final feliz.
Durante años nos han hecho creer que algún día llegaría ese príncipe o esa princesa para hacernos felices.
Todo parece tan perfecto en los cuentos que aún sabiendo que es mentira, nosotros mismos nos engañamos, yo misma pasé años creyendo que llegaría un príncipe perfecto para mí.
Un día mis padres decidieron cambiarme de instituto, estaba nerviosa y desorientada, giré la cabeza para observar aquel pasillo en el que estaba y de repente le ví, estaba de espaldas con sus amigos y no sé si me recordó a alguien del pasado o si siemplemente tenía algo que no había visto en nadie más.
Dejé pasar el tiempo, y con el tiempo me dije a mí misma que debía de olvidar todo aquello.
Con los meses entablamos una amistad un tanto rara que ya ni si quiera soy capaz de recordar.
Un día que nos quedamos juntos en el instituto y que cuando llegó la hora de irme, en mi mente tengo como si se tratase de ayer mismo, ese instante en el que nos miramos a los ojos y me besó, fue en ese momento cuando me dí cuenta de que estaba locamente enamorada de él.
Empezamos a salir y todo parecía perfecto aunque nadie apostaba por nosotros, fue una historia bastante completa, pero ahora no es el momento de contarla.
Después de unos años de relación bastante intensos, aquello acabó con un final bastante agridulce con un toque amargo.
En aquel momento me paré a pensar en todas las historias que me habían contado de pequeña y comprendí que no todo es como nos lo pintan, que era cierto todo aquello de que el amor existía, pero se saltaron una parte, el desamor.
Autora: NM
No hay comentarios:
Publicar un comentario