Mejor compañía

Para ser complicado hay que ser inteligente, tú intentabas ser lo primero y yo terminé descubriendo que no eras lo segundo. Lo tuviste todo y lo perdiste al segundo, creo que era lo único que teníamos en común, que acabábamos por perderlo todo, incluyendo las formas y la paciencia, que solo encontrábamos al día siguiente cuando nos atrevíamos a ver los daños causados por nuestra guerra. Al final acabarás perdiéndome le dije, sin saber que en realidad la que se perdería era yo. Pero todo lo que se pierde acaba volviendo, y hoy me he vuelto a encontrar, en una de esas calles de Madrid por las que tanto nos gustaba pasear, sólo hay algo diferente y es que tengo mejor compañía, yo misma.